Como suele ocurrir con lo que tiene que ver con drones en este país, el ruido mediático y lo novedoso del sector hacen que las expectativas se disparen y suele resultar que la cruda realidad no es para tanto. Y así ha sido a todos los niveles en este certamen.
Por lo pronto, la cantidad de expositores con respecto al año pasado nos dicen que ha descendido, lo que tampoco es importante ya que novedades no es que hubieran muchas, siendo el 90% de los stands de la feria un mercadillo donde se vendía "el mismo producto" (multicópteros y algún ala fija) con similares características y distintas marcas, colores y sabores. Pero las "soluciones" de unos y otros son siempre las mismas.
Como Adríà cuando tenía que explicar lo que era una deconstrucción nos sentíamos al preguntar
a los fabricantes expositores sobre la implementación del transponder o el ADS-B en sus RPAS
ante los nuevos escenarios que abre la normativa que viene.
Poca innovación pudimos ver en el sector y prácticamente nada que los expositores no tuvieran ya accesible desde sus webs, siendo nulo el enfoque hacia las necesidades que generarán las nuevas normativas, lo que quizá hubiera merecido la organización de mesas redondas (ya que la AESA no suele hacerlo) para discutir los temas que previsiblemente habrá que limar a su entrada en vigor, simplemente para que no volvamos a revivir la amarga experiencia del primer año de normativa provisional, por la falta de contacto entre la realidad de los operadores y la teoría de las autoridades,
Aunque quizá puede que las autoridades estén convencidas de que ya han hablado con los protagonistas de todo ésto (los operadores) a través de sus entidades representativas, que igual no son todo lo representativas que dicen ser. Ojo porque, de ser así, mucho nos tememos que se equivocan y aún hay mucho sesgo en la información en que basan sus conjeturas.
Lo que si que resultó interesante, desde la perspectiva del operador y los que como nuestra consultoría se dedican a dar servicios a éstos, fueron las ponencias del supervisor y la posibilidad de interactuar y "ver la cara" del personal que atiende la Unidad de RPAS, aunque realmente no se descubriera nada que no supiera cualquier persona que conozca los procedimientos habituales en la AESA y esté atenta a las novedades y evolución del sector.
Una de las principales "enseñanzas" que se obtiene de interactuar y ver en primera persona a nuestras autoridades aeronáuticas es que, además de ser en general personas muy jóvenes las asignadas a este nuevo ámbito de la aviación civil, les ocurre exactamente lo mismo que al perfil medio de operador de RPAS español: están aprendiendo, poco a poco, de la experiencia práctica que van adquiriendo al resolver los problemas que la cultura burocrática española les plantea en su día a día.
Nadie duda que sean ingenieros y personal altamente cualificado pero, como suele ocurrir, la formación académica es a veces inadecuada y se queda muy corta en ámbitos eminentemente prácticos como son las operaciones aéreas de la "pequeña aviación", de manera que se da mucho margen a la interpretación y la improvisación.
Para entender y atender las necesidades y peculiaridades de la operación de la pequeña aviación, además de tener una base de conocimientos sólida que ninguna universidad incluye en sus programas formativos ya que todas plantean sus currículos hacia la "gran aviación", hay que acumular mucha experiencia o como dicen los veteranos hay que tener el colmillo retorcido. Y éso solo se obtiene a base de horas de vuelo y experiencias vitales que no vienen en los temarios y libros de texto.
Así las ponencias estrella (y hasta polémicas en algún caso) fueron todas las impartidas por el personal de AESA destinado en la Unidad de RPAS y, como no, la exposición de la Directora del ente y el "experto" invitado de la UE.
Quizá lo más interesante fue escuchar como una persona, que se desplaza desde Bruselas a Zaragoza expresamente para este evento, ratifica lo que se intuye al leer la documentación que ha ido generando EASA para regular el sector de los UAS (y el matiz del nombre tiene una gran importancia en la regulación europea que viene), confirmando lo que muchos ya intuíamos: los criterios tradicionales de clasificación/autorización para este tipo de aviación están cambiando.
Aunque también estuvo simpático el mal rato que pasó la Directora viendo que el 90% de las preguntas del público se referían al intrusismo laboral y la falta de supervisión que está ejerciendo la AESA en perjuicio de los operadores de RPAS habilitados. Un mal trago que capeó con elegancia y como pudo echando el toro a los subalternos que atendían al público en el stand de la AESA.
Ha sido una "feria internacional" más bien flojita en contenidos, que podría ser mucho más útil y atractiva para el profesional a poco que se fomenten en futuras ediciones las oportunidades de intercambio de conocimientos y problemática a través de mesas de trabajo y coloquios entre todos los actores (autoridades, operadores, fabricantes y, el gran ausente, gestores del espacio aéreo) ya que para un público cualificado, como se supone que es el profesional, solo ha servido el desplazamiento para confirmar lo que ya sabía: que este sector está en pañales y tendremos que criarlo entre todos si no queremos que se malogre y convierta en otra burbuja.
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