miércoles, 9 de septiembre de 2015

El tirón de Goodman

Hace unos meses os contábamos la historia de "El empujón de Pardo", una historia de un F-4 Phantom dañado en combate y lealtad entre compañeros, y la semana pasada hacía 32 años de otra historia parecida que tiene de nuevo como protagonistas a un Phantom con problemas y pilotos que no abandonan a sus compañeros en apuros.

El F-4, manteniendo a duras penas la altitud a base de ángulo de ataque y motor

Era el 5 de septiembre de 1983 y un KC-135 Stratotanker, comandado por el Capitán Goodman, volaba en medio del Atlántico al encuentro de un par de F-4E Phantom II en vuelo de ferry a Europa. Y es que, sin la posibilidad de repostar de esa gasolinera volante, los Phantom no tienen autonomía suficiente para cruzar el charco. De hecho son varios los repostajes necesarios sobre el Atlántico para mantener una reserva de combustible que garantice poder alcanzar un aeródromo alternativo en caso de problemas.

Pero las cosas se torcieron cuando uno de los F-4 empezó a perder potencia en uno de sus motores y parte de su sistema hidráulico, con lo que le era muy complicado mantener la altitud y velocidad adecuada para repostar debiendo forzar el otro motor y aumentar el ángulo de ataque para no perder altitud. El KC-135 intentó reducir su velocidad casi hasta la de aterrizaje para que el F-4 pudiera completar su carga de combustible, pero las cosas se torcieron aún más pues el motor operativo del Phantom empezó a recalentarse, lo que hizo que su velocidad cayera aún más y el ángulo de ataque necesario para mantener la altura excediera los límites de operación de la pértiga de combustible.

Un F-4 repostando de un KC-135 en aquellas fechas

Tuvieron que romper el contacto y poner rumbo al aeródromo más próximo, que era el de Gander (Canadá) a más de 800 km., lo que no garantizaba que el F-4, cada vez más dañado, pudiera alcanzarlo con un repostaje incompleto y un motor averiado.

Así que, viendo que el F-4 perdía altitud, lo que empeoraba aún más su autonomía (a menor altitud, más consumo), el Capitán Goodman decidió acompañarlo y ayudar en lo posible descendiendo con él y haciendo repostajes parciales hasta en tres ocasiones, durante las que Goodman aprovechaba el enganche de la pértiga de combustible para remolcar al moribundo F-4 y subirlo un poco.
El Capitán Goodman y su tripulación aquel día

Gracias a la ayuda del KC-135, el F-4 alcanzó el aeródromo alternativo y su tripulación se salvó de un destino incierto amerizando en el Atlántico Norte. Goodman hizo honor a su apellido.



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