sábado, 4 de junio de 2016

Bajo mínimos en la AESA, para lo recreativo

Imaginamos que también habréis notado que los "recortes" han tenido un profundo efecto en la eficacia de los servicios que presta la AESA y que se está dejando notar, sobre todo, en los departamentos más relacionados con la aviación recreativa.

Tiene su "lógica". Los servicios que se prestan a "los recreativos" suelen tener tasas muy bajas, casi deficitarias o exentas en muchos casos, y puestos a recortar recursos deben pensar en la dirección que mejor de ese ámbito que de otros que generen ingresos, como por ejemplo del departamento de sanciones que va viento en popa, ¿no?


Igual es que en la administración se está perdiendo la vocación de servicio público en un afán de cumplir con objetivos macroeconómicos, ¿os suena?


Cierto es que la aviación recreativa nunca ha sido una prioridad para la AESA, así lo reconocen en privado, que se ha limitado a "mantener" los servicios que ya se venían prestando desde la DGAC cuando, en 2008, recibió las competencias del regulador como autoridad supervisora. Pero las cosas, poco a poco, se han ido deteriorando cada vez más (o la demanda al servicio y la buRRocracia han ido creciendo a igualdad de medios, que viene a ser lo mismo) y la disfunción se ha evidenciado aún más con los recortes presupuestarios de los últimos años.

Temas que requieren continua evolución como el desarrollo normativo en los ámbitos que no están regulados desde EASA, caso de los ultraligeros (ULM), se han abandonado a merced de normas obsoletas. Actividades recreativas que nada tienen que ver con el ULM, como es el caso del vuelo libre o el paramotor, se mantienen "asimiladas transitoriamente" de forma injustificable desde 1999, con el WTF que ello implica y las implicaciones que tiene.

Solo Chuck Norris puede practicar el vuelo libre legalmente en España... y lo sabes.

Si, alguno dirá que tenemos el reciente RD 123/2015 como "innovación" normativa para el ULM pero hay que darle su verdadero alcance: se trata de un mero parcheo que se hacía imprescindible para que el sistema de formación y licencias no colapsara y la AESA terminara en los juzgados, básicamente porque la administración pública, en su dejación de funciones para con lo recreativo, necesitaba cubrirse las espaldas ya que la normativa estaba propiciando muertes absurdas pero perfectamente legales y fácilmente evitables que ya empezaban a ser más que evidentes en foros de discusión, auditorías y estadísticas.

Pero en esencia nada ha cambiado en 30 años en un mundo, el de la aviación recreativa, que ha evolucionado tan rápido como solo la aviación sabe hacerlo, con permiso de la informática.

Poco más de 100 años de aviación.

En definitiva. El principal problema al que nos enfrentamos, la falta de innovación normativa y adecuación de procedimientos, se está viendo agravado por la carencia de personal y medios destinados al ámbito recreativo, ya que los pocos recursos humanos destinados a este servicio por la AESA se ven saturados por procedimientos obsoletos, falta de especialización en el ámbito y jefaturas poco motivadas para remover los obstáculos que impiden prestar un buen servicio.

No es digno de un país de la UE, en pleno siglo XXI, se den situaciones tales como:


- tardar 5 meses, y porque se ha interpuesto una queja a la Unidad de Quejas que si no aún estaríamos esperando, en contestar una consulta con una obviedad que nada resuelve y que haría saltar los colores a cualquier servidor público que merezca ese nombre.

- tener que solicitar una excepción a la normativa vigente, que solo puede firmar la Directora de la AESA, para poder practicar el vuelo libre en España, en cualquier circunstancia, cualquier día y a cualquier hora. Desde 1999 no es legal volar en parapente o ala delta en España a menos que lo hagas en continuo descenso desde el despegue.


- tardar 6 meses en atender una solicitud de apertura de una escuela (del medio de vida de un trabajador autónomo, con la que está cayendo) demorando artificialmente el procedimiento para ocultar que no se tiene personal disponible para hacer la inspección de apertura.

- que no se cuestionen procedimientos, claramente obsoletos, innovándolos para evitar burocracia superflua al usuario y sobrecargas de trabajo a unos servicios saturados.

- que se pregunte por un seminario de reciclaje de instructores que han perdido su habilitación y se tarde 4 meses (y de nuevo una queja por medio) para decir que "convalidan" dicho requisito, recientemente impuesto en el último parcheo normativo, por la asistencia "como oyente" a un curso para la obtención de la habilitación. Tan absurdo como si le planteas a un piloto de F1 que, para recuperar su "superlicencia", debe ir de oyente a una autoescuela; todo para "ocultar" que ni saben cómo organizar un seminario adecuado y decente ni tienen personal ni medios para cumplir con una regulación que la propia AESA se ha autoimpuesto.


- que no haya, y van 6 meses, examinadores en la AESA para obtener una habilitación concreta (AG) promovida por la misma normativa anterior.

Así podríamos seguir enumerando la casuística del último año, casi, hasta el infinito pero al final solo íbamos a tener una cosa clara: en la AESA están bajo mínimos y no sabemos hasta cuando.

Estos son bomberos, pero pronto serán funcionarios de la AESA.




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