Mirando su tablón de anuncios nos llamaba la atención la aberración que allí estaba colgada: un circuito de tráfico, con puntos de giro muy concretos y alturas muy definidas, que la autoridad aeronáutica española (un "funcionario" de la AESA) les había obligado a poner para que todo el mundo lo siguiera.
Ya comentamos hace tiempo sobre esa absurda tendencia en alza de extrapolar los procedimientos de la gran aviación a los pequeños aeródromos cuando, gestores acostumbrados a operar en la red de AENA, imponen usos desproporcionados a la hora de fijar procedimientos en aeródromos restringidos que, las más de las veces, resultan excesivos e inadecuados a la hora de ordenar sus tráficos.
Y es que en ocasiones, el cumplimiento de esas "instrucciones" atentan contra la seguridad de la operación al imponer un mismo procedimiento, pensado para un tipo concreto de aeronave con unas actuaciones muy concretas, a todos los muy diversos usuarios que suelen operar en un pequeño aeródromo restringido de uso recreativo.
Toc, toc.
No se puede pretender que aeronaves tan distintas como ultraligeros pendulares, autogiros o multiejes de tubo y tela muy básicos asuman los mismos parámetros en sus tráficos de aeródromo que aviones más avanzados como los ultraligeros de última generación, motoveleros o incluso avionetas de muy distinta masa y velocidad de maniobra a todos los anteriores.
No es bueno para la salud de ninguno de los anteriores ya que la simple presencia de viento cruzado, o sus distintas intensidades aún estando alineado con el eje de pista, obligará a un piloto competente a ajustar su trayectoria para tener siempre la toma asegurada desde su entrada en el tráfico de aeródromo. Porque es imposible hacer un tráfico de aeródromo seguro siguiendo siempre y para toda aeronave una única trayectoria con las mismas referencias como puntos de giro, como obligaba a fijar el supuesto experto de la AESA, en sus funciones como inspector, al gestor de ese aeródromo.
Recordad: un tráfico visual de aeródromo es de goma y se estira o encoge, manteniendo su forma básica,
en función de las necesidades de una operación segura.
A veces el papel lo soporta todo, incluso los errores más garrafales y peligrosos que pueda cometer una persona poseída por el espíritu de la burocracia. Así que es una cuestión de sentido común adoptar tales "instrucciones" como una mera "sugerencia" porque, a fin de cuentas, son vuestros dientes los que estarán en juego.
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