Algunos dirán que el trabajo de muchos burócratas en el fondo es "asegurarse el puesto", justificar su propia necesidad para el funcionamiento de la sociedad, y posiblemente acertarán, ya que la maquinaria de la administración pública española es evidente que podría ser mucho más eficaz incluso con menos personal asignado pero, eso si, más motivado.
La burocracia
Así tenemos decenas de restricciones en el espacio aéreo que, hoy, no tienen sentido e incluso entran en conflicto con la FUA pero, como siempre han estado ahí, nadie se atreve a discutirlas. Es el caso de los CTRs españoles, los más enormes de entre los países aeronáuticamente civilizados (digamos que España lo es, solo por esta vez); o las normativas de hace 30 o más años que se resisten a desaparecer; o la profusión de zonas restringidas y prohibidas que nadie usa pero que ahí se quedan.
También podemos encontrar ese exceso de cultura burocrática en cualquier procedimiento, por sencillo que sea, que se terminará eternizando en la AESA por el requisito más absurdo que exija un protocolo desproporcionado, haciendo que una gestión administrativa que se podría resolver en minutos con los medios actuales (un email, una aplicación web o una simple llamada de teléfono) requiera de todos los perejiles que marca el procedimiento administrativo español, con lo que lo inmediato pasará inevitablemente al plano de la demora de semanas o meses.
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