Como decía aquella canción de
Presuntos Implicados: ¡Ah! Como hemos cambiado... a peor.
Así como el viento lo abandona todo al paso,
así con el tiempo todo es abandonado...
así con el tiempo todo es abandonado...
De tener las mejores condiciones, inimaginables pocos años antes, en los seguros que nos dan cobertura en nuestra actividad
aeronáutica recreativa en 2013 hemos vuelto a las mismas pólizas
quitamultas que teníamos allá por 2008, dimensionadas para
cubrir lo mínimo cuando, a veces, lo que crees que pagas y necesitas es la tranquilidad
de estar cubierto para el peor caso.
Y lo malo es que la mayoría de los
pilotos solo se dan cuenta de lo que han contratado cuando tienen un
accidente y comprueban que, aquel seguro "tan barato como el de
años anteriores”, no es el mismo de años anteriores.
Ya en enero, ante la avalancha de consultas por la renovación de seguros y la evidencia de que en
dos años se han perdido las ventajas que tenía estar asociado a
ciertas entidades para obtener un seguro “bueno, bonito y barato”,
libre de exclusiones y perfectamente adaptado a la realidad y
necesidades del piloto recreativo, lo decíamos claramente: no
hay nada que se pueda recomendar como “lo mejor”, si acaso, solo
se pueden dar unas pautas para elegir “lo menos malo”.
Y la prueba del algodón la
hemos tenido en esta consultoría cuando uno de nuestros clientes
(más que cliente, un amigo) ha tenido un grave accidente y la
familia, absolutamente perdida en este mundo de la aviación, nos ha pedido que les ayudemos a lidiar con estos temas.
El accidentado había contratado,
confiado en que tendría la misma calidad de siempre, “el
mismo" seguro que en años anteriores se le facilitaba como socio
de una entidad que hasta 2013 se preocupaba por que sus socios
volaran tranquilos, seguros y con las mejores coberturas:
- Responsabilidad Civil (RC) obligatoria, que cubrirá a terceros y al pasajero.
- Seguro de Casco, que paga la reparación de la aeronave en caso de siniestro.
- Seguro de Piloto que, como todos deberíamos saber, no está cubierto por la RC y así quedarían cubiertos sus gastos médicos y de evacuación, además de una cantidad variable en caso de muerte o invalidez.
La documentación que recibió al
contratar fue la mínima, poco más que el certificado de estar
asegurado para que no te multe la AESA, no dándole opción a conocer
sus condiciones a menos que reclamara la póliza íntegra; cosa que tampoco se hubiera leído aún teniéndola porque, además de ser una lectura poco amena, estaba acostumbrado a
que su asociación se lo revisara todo a fondo desde 2009, peleando
en su nombre para eliminar o advertirle de lo que no le conviniera.
Así que, cuando la familia le preguntó
por estas cosas en la UCI del hospital, confiado, les dijo: “No os
preocupéis que todo está cubierto y, en el peor de los casos (si me
muero) recibiréis un buen pellizco”.
Eso pudo haber sido cierto hasta 2013,
pero hoy no lo era.
Lo cierto es que sus coberturas de
RC habían sido drásticamente reducidas (de un límite combinado
de 1.2 millones de €, que atiende cualquier demanda, había pasado a 900.000 € a terceros y
300.000 al pasajero, cada límite en su concepto), algo que te deja en una situación muy
comprometida si tu pasajero, como era el caso, “vale” más que
esos 300.000 € (una persona joven,
profesional liberal y con cargas familiares).
Para más inquietud, el seguro
de casco que pagaría su avión (siniestro total) tenía una
franquicia bastante mayor que la de 2013 (el doble) aunque,
curiosamente, había pagado una prima que también casi duplicaba a
la de 2013 (2.5% del valor de la aeronave frente a un actual 4.5%).
Y, para rematar, la póliza de
gastos médicos y de evacuación del piloto (con cobertura ilimitada hasta 2013) se
limitaba ahora a 25.000 € y solo para el primer año de tratamiento,
lo que es posible que se exceda dado que tiene hospital para largo.
Por cierto, que le salió casi un 50% más cara (70 € en 2013 y
actualmente 100 €) como poco, porque algunos socios de aquella
entidad, cuando contrataban esta cobertura habiendo asistido
a las charlas y jornadas de seguridad que se organizaban en
colaboración con la aseguradora, podían obtenerla incluso gratis durante el primer año.
En definitiva, ahora sabemos que, salvo
que existan otros seguros en su casa que complementen los que contrató nuestro
amigo piloto para cubrir la eventualidad de un siniestro grave, es posible
que tenga que pagar de su bolsillo lo que no llegue a cubrir la
aseguradora “gracias” a limitaciones y exclusiones
incorporadas desde 2013 de las que nadie le advirtió; solo le hablaron de que la RC le saldría "al mismo precio y en condiciones ¿similares?".
Después de todo ha tenido la suerte de
hacerse un daño (y hacer un daño a otros) que posiblemente estará rondando el límite de lo que su seguro cubre. Pero ha estado muy cerca, verdaderamente cerca, de exceder esos
límites y generar un auténtico problema económico a su familia sin
ser consciente de ello y confiado en que tenía las mismas coberturas
que había tenido hasta 2013.
Como si no fuera suficiente con tener
un accidente y pasar por el mal trago.
Moraleja: Revisad si las
coberturas de vuestros seguros se ajustan a lo que creéis porque
puede que no sean tan “buenos, bonitos y baratos” como os tenían
acostumbrados en cierta entidad hasta 2013.
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