Perico (nombre simulado) era uno de esos pilotos formados "a la española", aprobando a base de simulacros de examen o "pasadas de mano" de funcionario corrupto, que una vez con su licencia en la mano no volvió jamás a pasar por las manos de un instructor y aprendió lo que fue capaz de aprender a base de experiencias, malas las que más.
Poli (tampoco es su verdadero nombre) era otro de esos pilotos cortados por el mismo patrón, si bien tras algún que otro susto no se privó de pagar tantas horas de instrucción como le quisieron dar, no escatimando nunca en gastos aunque la falta de cimientos en su formación no le permitía asimilar lo que intentaron enseñarle luego.
Así que, a modo de cariñoso homenaje porque ambos ya nos dejaron, ahí van un par de chascarrillos aeronáuticos de los que fueron protagonistas.
Formación del piloto perdido. Va por ellos. (https://youtu.be/l8_FqJcFRas)
Volaba Perico en una parte de nuestra geografía con escaso viento, ni cierzo ni tramontana, de forma que solo ligeros ponientes solían acompañarle en sus vuelos locales. Solía volar los fines de semana al campo donde uno de nuestros compañeros daba clases y le gustaba "tranquilizar" a los alumnos, preocupados por los vientos en cara y la escasa autonomía del avión de escuela cuando tuvieran que salir del palomar, diciéndoles: "Tranquilos, que siempre puedes encontrar vientos de cola. Solo hay que subir y siempre terminas encontrándolos".
Y con éso ya tenías la excusa perfecta para hablar a tus alumnos de la TAS.
Y no le faltaba razón, aunque el origen de su cuestionable teoría estaba basado en que la velocidad que leía en su GPS (la GS), restada la que leía en el anemómetro (IAS), le daría "el viento" positivo (viento en cola) o negativo (en cara). Así de simple era Perico en sus razonamientos y confiado de su buena fortuna.
El día que se lo explicó un alumno fue memorable, más que nada porque se jugó con él (veterano contra novato) las copas de todos los presentes; copas que pagó Perico religiosamente.
Este no fue Poli, pero bien pudo serlo.
Poli era el típico piloto aficionado con economía desahogada que se pasaba el día volando, literalmente no menos de 4 horas cada vez que cogía el avión, cosa que solía hacer casi a diario. Cuestión de tener posibles y buena meteo en su tierra.
Pero Poli era duro de entendederas y, tras hacer muchas horas con instructor y "estudiar" la teoría de los procedimientos y comunicaciones en ruta, un buen día decidió que ya estaba preparado para visitar a un amigo en Lisboa en su TECNAM de última generación full equip.
Como era de esperar, la lió parda al ir: ni planificó el vuelo (un simple GO TO LISBOA en el GPS le indicó la ruta a seguir) ni miró meteo, ni presentó FPL por aquello de cruzar frontera ni nada de nada. La bronca al aterrizar en un aeródromo próximo a Lisboa fue monumental.
Pero a la vuelta, con un piloto local que le hizo las gestiones necesarias para abrir su FPL y le programó la ruta a seguir en su GPS para no meterse por donde no debía, solo tenía que mantener las comunicaciones (en español, cortesía del magnífico ATS portugués) y dejarse guiar por el GPS.
Este tampoco fue Poli, pero por poco. El artículo completo (en portugués) aquí.
Salió nuestro amigo con un 7000 en el transpondedor, codificado por el piloto portugués mientras le explicaba lo que debía hacer para no volver a liarla parda, que mantuvo hasta la frontera española. Allá contactó por primera vez con el controlador español de turno que le instruyó para que respondiera "con 5342", cosa que Poli colacionó: "5342".
Un minuto más tarde el controlador, al no recibir su señal, insistió: "Responda con 5342". Poli volvió a colacionar: "5342".
Un minuto más tarde el controlador, un poco mosqueado ya (dicen que los controladores detectan a los novatos solo por su forma de hablar), repitió: "Verá usted, tiene que responder con 5342 todo el tiempo". Y la volvió a liar.
Ahora seguro que entiendes al controlador de "Aterriza como puedas". (https://youtu.be/-KfIfxLc1BQ)
Durante los siguientes 40 minutos de vuelo, y hasta que Poli alcanzó su destino, tuvo pulsado el PTT respondiendo todo el tiempo y de viva voz "5342, 5342, 5342, 5342...", colapsando las comunicaciones de todo ese sector del TMA, que tuvo que cambiar su frecuencia hasta que Poli aterrizó en su campo.
Ojalá Perico y Poli hoy disfruten de sus vuelos celestiales sin preocuparse de esas cosas tan terrenales como la TAS o el uso del transpondedor.