La cosa es que hace ya algunos años, con la ayuda de 300 globos meteorológicos, consiguieron hacer volar, durante 1 hora y hasta una altitud de 10.000 pies, toda una casa de madera y a su inquilino. Eso si, con poco mobiliario.
Y el inquilino, un tal Jonathan R. Trappe, no es cualquier loco ya que se trata de un estadounidense (como no) que ya tiene cierta experiencia en globos atípicos. Pero lo que más nos ha llamado la atención es que la casa-globo está matriculada.
Y mientras saltábamos de enlace en enlace averiguando más cosas de la fotografía de la "casa volante" con la que tropezamos surfeando en Inet, solo se nos ocurría pensar en el infarto que le hubiera dado a alguien en nuestra amada AESA si un español se hubiera presentado pidiendo matricular algo parecido. ¿Os lo podéis imaginar?
Bueno, mientras imagináis la cara de pasmo del funcionario de turno, os dejamos con el documental de National Geographic en el que se explica cómo hicieron realidad la fantasía de Disney.
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