Hay que ver la avalancha de consultas
que nos están llegando del sector emergente de los RPAS y la de
sablazos que estamos viendo dar, principalmente desde las
ATOs, a un perfil de cliente que está muy despistado con los
requisitos que necesita cumplir.
Porque, aunque los RPAS (drones) sean
“cosas que vuelan”, lo cierto es que el perfil medio del operador
de RPAS en nuestro país posee unos conocimientos aeronáuticos muy
limitados y, en el ámbito de las necesidades documentales que tienen para acreditarse ante la AESA, pasan ya a ser muy escasos.
Así estamos viendo como a cualquier
cosa se le llama un Manual de Operaciones (MANOPS) o como un Estudio Aeronáutico de
Seguridad (EAS) se despacha con cuatro páginas de
relleno y ninguna evaluación/mitigación del riesgo, por no hablar
ya del cacao que muchos tienen con la inexistente “Licencia de Piloto de RPAS” que todo el mundo quiere tener en su cartera.
Si el sistema de acreditación ante la
AESA no hubiera sido autodeclarativo, uno de las principales fallas
latentes en la seguridad que presenta este sector en este momento, podéis apostar a
que no habría a día de hoy más de 100 operadores registrados, que
aún lo están porque la autoridad no ha inspeccionado a nadie (o al
menos verificado si tienen realmente lo que declaran tener) porque,
el día que lo haga, empezará a dar de baja operadores con la misma
celeridad que han ido apareciendo en el listado oficial.
Pero lo que realmente nos está
resultando lamentable es ver como los pescadores se aprovechan
del desconocimiento de gente, ilusionada con trabajar en “el sector
de los drones” o incluso montar su propia empresa, engañándoles y vendiéndoles
certificados o humo, según toque.
Vendiendo certificados básicos porque,
certificar desde una ATO que una persona, sin conocimientos
aeronáuticos y en una semana, es capaz de demostrar conocimientos
equivalentes al teórico de un PPL no se lo cree ni la abuela más
incondicional de estos alumnos. Eso si, se cobra entre 300 y 1200 €
por cabeza, según te sepan envolver el servicio con el
marketing adecuado porque, en realidad, muchas ATOs se están
limitando a vender un certificado a alguien que lo necesita para
ayer gracias al despropósito de la normativa provisional y
la falta de supervisión de la autoridad sobre la calidad del curso de formación específico para RPAS que se está ofreciendo.
Vendiendo humo porque, dar un
curso práctico con un RPAS que no sea el que luego vaya a usar el
piloto camuflándolo de necesidad para trabajar, es engañar al
personal vendiendo algo que no servirá para nada al futuro piloto de
RPAS salvo como una experiencia más que, en términos económicos,
puede oscilar entre los 500 y 2.000 €, lo que es un auténtico
sablazo.
Futuros operadores y/o pilotos de RPAS,
tened claro lo siguiente:
1º Un operador de RPAS necesita una
buena documentación si quiere sobrevivir al escrutinio de la AESA
cuando se decida a hacer su trabajo como supervisor. No vale
cualquier cosa como MANOPS o EAS en el ámbito aeronáutico; no
vale escribir el cuento de Caperucita, a doble espacio y con letra gorda, y ponerle una portada de El
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Bueno, si vale gracias
al sistema autodeclarativo, pero dejará de valer cuando alguien en
la AESA decida leerse el documento, suspender al operador y, posiblemente, sancionarle por no tener lo que declaró.
2º No
existe la licencia de piloto de RPAS y solo hay que cumplir con tres
requisitos:
a - Tener un certificado médico
clase 2.
b - Acreditar unos conocimientos
teóricos mediante un certificado de una ATO, una licencia de
vuelo o el teórico de una licencia (ULM incluido) aprobado.
c -Tener un certificado de aptitud
del operador acreditado ante la AESA con el que se vaya a
trabajar o, alternativamente, del fabricante de su RPAS.
Ni más ni menos.
Ni más ni menos.
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