jueves, 19 de noviembre de 2015

Aunque la mona se vista de seda...

Es el refrán que se nos venía a la cabeza cuando, en una mesa de discusión en el ámbito aeronáutico-recreativo, se trataban de hacer pasar unas cosas por otras hablando de "jornadas de seguridad de vuelo".


Y es que el ansia por aparentar hacer lo que no se hace o simplemente cubrir el expediente no tiene límites cuando se trata de ciertas entidades (públicas y privadas), como es el caso cuando se pretende hacer pasar por "charlas de seguridad" unas sesiones monotemáticas y en un solo formato con objetivo muy concreto: los simuladores de comunicaciones.

No vamos a decir que esté mal promover este tipo de talleres porque cualquier conocimiento viene bien en un país con ausencia de oferta en este sentido y, al menos, se elevará la "culturilla aeronáutica" de aquellos que tienen poca o ninguna oportunidad de interactuar con el ATC.

Además no seremos nosotros, que al fin y al cabo fuimos alma mater de la idea de aquellas jornadas para el fomento de la seguridad en vuelo que se venían organizando hasta 2013 para los socios de cierta entidad (aunque abiertas a cualquiera), los que menospreciemos cualquier iniciativa en este sentido en un país con carencia endémica de formatos que promuevan la cultura aeronáutica y de la seguridad en el mundo recreativo.

El secarral de la oferta de cultura aeronáutica y de la seguridad en España en el mundo recreativo

Pero, diciéndolo sin rodeos: no es por usar mal la radio por lo que se suelen producir los accidentes en la aviación recreativa, sobre todo, en el segmento ULM donde ni siquiera es obligatorio usarla.

Los killer points siguen siendo los mismos que se trataban de evidenciar hace un par de años en aquellas Acciones para el Fomento de la Seguridad en Vuelo conformadas por charlas, jornadas, cartelería, boletines y toda una batería de medios a las que esta consultoría dió estructura y forma:

  • la escasa formación en principios de vuelo y actuaciones que reciben los pilotos recreativos cuando se forman,
  • la falta de aplicación de procedimientos y planificación en los vuelos recreativos,
  • y ciertas maniobras mal ejecutadas que suelen terminar en pérdidas a baja altura.


Y si a lo anterior unimos la escasa o nula formación continua que reciben los pilotos recreativos españoles (instructores profesionales incluidos) y las fallas latentes de nuestra normativa sectorial, la receta de nuestra alta siniestralidad estará servida.

Así que no nos confundamos. Hay que aplaudir cualquier iniciativa en este sentido, como los simuladores de comunicaciones enfocados al piloto de ULM que daban origen a la discusión, pero no hay que tomarlos por lo que no son (como no llamaríamos "cocido madrileño" a una olla llena de garbanzos cocidos sin aderezo ni chicha alguna) dando la misión por cumplida.

 

Y es que, si no se renueva el formato y aumenta la variedad de la oferta, igual hasta se termina hartando al personal con tanto garbanzo a palo seco por mucho que guste ese primer plato, que seguro que comerá con hambre.




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