viernes, 17 de mayo de 2019

Percibiendo (mal) el riesgo

Esta semana los más frikis de nuestra consultoría disfrutaban de otra final de FameLab España y uno de los finalistas, casualidades de la vida, abordaba en su monólogo algo que nos está dando muchos quebraderos de cabeza últimamente en la pequeña aviación: la percepción del riesgo.

Si quieres ver la final entera, adelante. Si no, puedes ir directamente al 1:06:25.

La cosa es que el finalista explicaba de forma muy amena la diferencia entre riesgo real y percepción del riesgo, que es algo muy subjetivo y puede desviarse del real dependiendo mucho de las filias, fobias, condicionamientos y conocimiento del medio que tenga quien valora ese riesgo.

Pues es algo que estamos ya cansándonos de trasmitir a nuestros amados administradores de lo público y que, o no terminan de entender o no quieren entender, siguiendo directrices que nada tienen que ver con la seguridad de vuelo. Dos pequeños ejemplos para ilustrar la situación.

Todos asumimos que hay un grave riesgo (un riesgo real) para la seguridad de vuelo con el creciente número de practicantes de vuelo libre (españoles e importados ya que España es la Florida de Europa para los deportes aéreos) dado que se trata de una disciplina no regulada en España y por ello el conocimiento y respeto de la normativa aplicable es escaso o nulo entre los deportistas y, salvo cuando se organizan grandes eventos por parte de entidades serias, se vuela donde vuelan las rapaces, o sea, donde hay ascendencias sin importarles demasiado las muchas restricciones al vuelo mejor o peor justificadas.

El próximo evento que estamos organizando, un evento seguro
por su volumen aceptable y perfecta coordinación con todos los afectados.


La solución generativa al problema sería regular adecuadamente y no a base de asimilaciones, y éso incluye formar y concienciar a los cada día más numerosos deportistas puesto que no van a dejar de crecer. Pero a nuestra administración parece bastarle con la solución burocrática de reiterar que lo que hacen está prohibido (por asimilación, no por sentido común) sin poner ni tener medios para que la gente, con conocimiento o sin él, vulnere las limitaciones que se le imponen. No pueden tener a un policía tras cada nube.


Es el lema que se viene aplicando el sector a falta de colaboración de la administración.

En realidad la prevención de accidentes e incidentes en este ámbito se está limitando a manifestar desde AESA/AENA/ENAIRE, por escrito y cada cierto tiempo para eludir su responsabilidad ante el Sr. Juez por si pasara algo, que "éso no se puede hacer"; sin plantear soluciones ni poner los medios necesarios para que, en la práctica, o bien no se haga o lo que es más factible, se siga haciendo bajo parámetros ordenados y seguros.

Es un alarde de cultura de la seguridad entre lo burocrático y lo patológico, porque aunque los deportistas dejaran de volar en ciertas zonas, cosa que nos tememos que no va a ocurrir, las rapaces nunca dejarán de hacerlo y cada día son más.


Un segundo frente es el de los RPAS, los profesionales de los drones.

Resulta que, por desconocimiento del sector y una pobre regulación, la percepción de riesgo de ciertos responsables sectoriales está frenando absurdamente el despliegue de tareas que pueden cubrir perfectamente los RPAS en ciertos entornos, como es el caso del aeroportuario. Simplemente porque los encargados de evaluar ese riesgo tienen en muchos casos, por su desconocimiento del ámbito de los drones, una apreciación muy subjetiva (y exagerada) del riesgo que representan los drones en manos de profesionales.
¡Una solución quiero!

La solución en ambos casos, vuelo libre y RPAS, es "sencilla": evaluar adecuadamente el riesgo dejando participar en los equipos de evaluación a miembros del colectivo evaluado, algo que por ahora les está vetado no sabemos muy bien por qué. Bueno quizá sea por aquello de no dejarse preguntar para no parecer que no se sabe de lo que se habla o dar la cara y confirmarlo.

Dicho en castizo: no se puede pretender que sectores en expansión vean su crecimiento frenado prohibiendo la actividad sin una justificación que no se sostenga a poco que se discuta. Éso de que "por seguridad" no se puede hacer sin justificarlo, y habiendo alternativas para dar salida a la demanda, en un estado de derecho solo fomenta la insumisión como ya hemos visto en demasiadas ocasiones.

Los ideólogos de la causa. Ante la opresión sin justificación, desobediencia civil.


AESA ya se lo empieza a aplicar desde hace un par de años con la CARPAS y en el tema de los RPAS, de la que ya hemos escrito en alguna ocasión, pero ENAIRE sigue resistiéndose, quizá porque económica y coyunturalmente no le interesa dar cabida en los cielos por donde transitan sus clientes (las aerolíneas) a sus otros clientes (los recreativos) que dan trabajo pero no pagan tasas.

Entre tanto, tengan claro administraciones y gestores de lo público, que la prohibición no lleva a nada bueno... simplemente al ocultamiento de una actividad creciente, en vuelo libre y en RPAS, que va a seguir poblando nuestros cielos de forma incontrolada mientras no se flexibilice un uso razonable de esos entornos. Medios técnicos ya hay, solo hay que tener voluntad de implementarlos.